domingo, 27 de abril de 2008

La chaparrita Ciudad de Colima, amén.


El miércoles me levanté tempranito, como a las siete de la madrugadísima. Jan et moi manejaríamos -manejaría, desde que quebro calaveras a cada rato, no hay valiente que me deje las llaves de su carro, ni su carro- hasta aquella ciudad tranquila, bella, culta, chaparrita, y amorosa de Colima a la que así define el Sr. Giffard. Sí, pinche Colima.

Ya en la ciudad tranquila, bella, culta, chaparrita, y amorosa de Colima y después del largo día y tanta babosada laboral. Fuimos Janiyo, como el dúo dinámico a comprar pan a Comala. oh Comala, Comala, que me he perdido en el alcohol que fluye en tus portales, ajá caminábamos por allí Janiyo, víctima de mi súper amigo Telcel al cual un amiguísimo –que no es telcel- me intentó hablar para ir a tomarnos una chela, pero no tenía saldo entonces, pues no entro la llamada y se chingó, me chingué y nos chingamos-. Janiyo compramos pan de Comala, el cuál estaba malísimo por cierto y al caminar por ahí, dándole vuelta a las callecitas del bellísimo pueblo blanco de América, como buena curiosita guait woman. Jan se metió a la sacrosanta casa de nuestro señor del ponche y en lo que ella se quedó dándose sus diez mil golpecitos de pecho, yo fumaba, fumaba y leía y leía los cuentitos de las puertas de la oscuridad.


Se arrimó una señora que aprovecho mi facha y me preguntó si le podía facilitar la cantidad en efectivo de cinco pesos mexicanos para su camión, los cuales le otorgue junto con un cigarro que me pidió al señalar la cajita de marlboro rojos que me acompañaba en el bolsillo de mi blusa, abajito y a la izquierda como el corazón, mera coincidencia. La señora, que no tenía cara de loca, ei, me hizo plática, pues de lo chingada que estaba la situación y por que me había pedido los cinco pesos, luego solo me dijo, ya me voy por que ahí vienen y parece que salen de todos lados.-quién?. Pues estos monigotes, señalando una banca vacía. Entonces la terrible similitud del suceso con lo que leía me hizo pensar que en efecto, ya quede en el avión.

De no ser así, ¡uy! que buena estrategia de la ciudad tranquila, bella, culta, chaparrita, y amorosa de Colima de mandar vagabundos que le ayuden a usted a agarrar más vuelo en lo que lee, ah que bonito es el mes de la lectura.

Todos los superlativos utilizados aquí son un pequeño homenaje a mi amiguísimo Obispo, que presentó su librisímo el pasado Jueves. Amén.


1 comentario:

Ros dijo...

Pos que bueno que te hizo un dios marihuana, porque la neta tu escrito está shingón... ashhh! ¡me gusta como escribes!